“Ser instrumento de Dios para salvación y bendición de toda persona”

Visión y Misión

Visión

Basados en las doctrinas y principios bíblicos, nuestra visión es: “Ser instrumento de Dios para salvación y bendición de toda persona"

Misión

Basados en la gran comisión, nuestra misión es:
Proclamar el evangelio. Enseñar la palabra de Dios.
Servir al prójimo. Compartir en amor. Adorar a Dios por sobre todas las cosas. Restaurar las vidas reflejando el carácter de Cristo

Principios

ALGUNOS PRINCIPIOS BÍBLICOS BÁSICOS QUE LA PRIMERA IGLESIA EVANGÉLICA BAUTISTA DE TEMUCO SOSTIENE Y DEFIENDE.

Creemos en el señorío de Cristo

Este es el principio rector y fundamental de la fe cristiana (1ª Pedro 2:7), la piedra angular de toda la doctrina bíblica. En torno a este principio giran los demás. El señorío de Cristo, además de ser fundamental en la teología, es una de las verdades más claras y eminentes en toda la Biblia. El dominio eterno y universal de nuestro Señor se detalla en el Antiguo Testamento (Isaías 9:6-7; Daniel 7:14; Zacarías 9:10). En los Evangelios fue evidente su autoridad sobre la naturaleza y sobre los espíritus, y su señorío sobre los rituales religiosos (Mateo 8:27; Marcos 1:27; Lucas 6:5). Su autoridad en la iglesia es incuestionable en la teología neotestamentaria (Romanos 14:9; Colosenses 1:18; Hechos 1:4; 3:3; Apocalipsis 1:11).
Cristo como Cabeza de la iglesia es una de las ideas más claras en la literatura paulina (Efesios 1:22; 4:15; 5:23; Colosenses 1:18; 2:19).

Creemos en la inspiración de las sagradas escrituras y la autoridad del Nuevo Testamento

Reconocemos la autoridad de las Escrituras porque son la voz de Jesús, y esto está directamente relacionado con el principio del Señorío de Cristo. Entendemos que Dios se reveló a los hombres en forma progresiva, es decir, se dio a conocer, dio a conocer su carácter, su naturaleza, sus planes y propósitos a la humanidad, y lo hizo en forma dosificada y paulatina. Esta revelación culmina en la encarnación, cuando Dios se hizo hombre para que lo conociéramos. El registro de todo este proceso de Dios revelándose a sí mismo se encuentra, para nuestra bendición, en la Biblia (2ª Timoteo 3:16; Hebreos 1:1-3; 4:12; 2ª Pedro 1:19-21).

Creemos en una membresía regenerada

Una iglesia es la asamblea (congregación) de creyentes en Cristo, regenerados (que han nacido de nuevo) y que han manifestado su conversión mediante el símbolo del bautismo que enseña el Nuevo Testamento. Estos creyentes se unen en una interrelación dinámica de amor y trabajo para buscar el adelanto del reino de Cristo en el cumplimiento de la Gran Comisión. No creemos que se tenga que ser miembro de la iglesia para ser salvo, pero sí se tiene que ser salvo para ser miembro (Efesios 4:11-16; Mateo 16:16; Hechos 2:37-42). Creemos que la iglesia es un organismo viviente: EL CUERPO DE CRISTO (1ª Corintios 12:27).



Creemos en un gobierno congregacionalista y en la autonomía de la iglesia local

En la iglesia Dios manda. Dios es el que gobierna. De modo que la Iglesia es una monarquía donde el Rey es Jesucristo nuestro Señor. Sin embrago, en los asuntos prácticos que no se estipulan en la Biblia, la iglesia descubre la voluntad de Dios por medio de la guía del Espíritu Santo, expresado en el consenso de todos los miembros, esto es: todos los miembros tienen las mismas responsabilidades y los mismos privilegios, y asimismo cada uno de los miembros tiene el derecho de dar su opinión y su voto en la toma de decisiones (Hechos 6:1-7; 13: 1-3; 15:1-14).

a) Por lo tanto, creemos en la autonomía de la iglesia local. La iglesia es autónoma, es decir, se gobierna a sí misma y no guarda sometimiento jerárquico a ninguna otra iglesia ni cuerpo de liderazgo alguno.
b) Creemos en el sacerdocio de cada creyente. No existe elite entre nosotros. Todos los miembros son iguales y tienen la misma capacidad espiritual para su funcionamiento en el Cuerpo de Cristo (1ª Corintios 12:13). Todos los miembros somos ministros del Señor (1ª Pedro 4:10).
c) Creemos en la autoridad de los siervos de Dios o ministros oficiales. El pastor de la iglesia tiene una autoridad que le fue delegada por la congregación, por lo tanto, su liderazgo no es jerárquico sino de función, educativo, ejemplar y de servicio. La autoridad está en el desarrollo de su trabajo más que en una posición (Hebreos 13:7).

Creemos en la libertad religiosa y en la competencia de todo ser humano para acercarse a la gracia divina

Este es el principio de la libertad de conciencia. En nuestra iglesia creemos que todo ser humano es competente para relacionarse libre, voluntaria y personalmente con Dios sin necesidad de intermediarios. Por lo tanto, todo individuo es responsable de la persuasión de fe que desea tener y no debe tener ningún tipo de restricción social, política, económica ni religiosa para ejercer dicha responsabilidad. Del mismo modo, toda iglesia o grupo religioso debe tener la libertad de propagar su fe, siempre y cuando respete en la misma forma a los individuos de responder o no a su predicación. La predicación profética siempre apelaba a la voluntad humana. Dios nunca impone a los hombres una verdad: Les habla de las consecuencias de una respuesta afirmativa o negativa. Él siempre hace una invitación caballerosa para que el ser humano responda de acuerdo con su libre albedrío (Isaías 55:1-7).
Las enseñanzas de Jesús siempre fueron retos a la voluntad humana y nunca tuvieron una obligación intransigente, porque el ser humano no es una máquina que se pueda programar, sino un individuo con conciencia moral, conciencia de sí mismo y conciencia de Dios que puede responder libre y voluntariamente a los desafíos de fe que se le presentan (Mateo 4:19; 8:22; 11:28-30).Todas las demandas que Dios nos expresa en el Nuevo Testamento son demandas que deben ser consideradas por la voluntad del ser humano. Es decir, son demandas que se pueden obedecer o desobedecer, y de esta manera respetan la libertad de conciencia de todo hombre o mujer (Gálatas 6:10; Efesios 4:1).

Creemos en la separación de la Iglesia y el estado

Basados en la Biblia, reconocemos la existencia del Estado (Mateo 17:24-27; Juan 19:11; Romanos 13:1-7), y los propósitos que Dios tiene también para éste: orden, justicia y bienestar social. También creemos que Dios nos ordena que obedezcamos y oremos por los gobernantes (Mateo 22:21; Tito 3:1; 1ª Pedro 2:13-17). Además, creemos que debe haber autonomía e independencia de acción entre el Estado y la Iglesia, ya que cada entidad, Iglesia y Estado, es útil en su lugar (Efesios 1:21-22; 1ª Timoteo 2:1-5). Creemos, por lo tanto, en la separación de la Iglesia y el Estado, aunque estamos concientes de la relación práctica que existe entre ambos debido a que los miembros de una iglesia son parte de la sociedad y ciudadanos del Estado.

Creemos que la Gran Comisión que Cristo nos dejó es hacer discípulos

Este principio puede definirse en los siguientes conceptos:
a) Cada cristiano debiera ser un evangelista y un discipulador.
b) Debemos ser una iglesia misionera, una iglesia que hace discípulos hasta reproducirse en nuevas iglesias.
c) La obra misionera y el evangelismo que expresa la Gran Comisión (Mateo 28:18-20) deben constituirse en la pasión de nuestra iglesia. Creemos en un Dios misionero y debemos ser un pueblo misionero.

Creemos en la santidad de una vida comprometida con los mandatos de Jesús

Creemos que las enseñanzas del sermón del Monte están vigentes y deben ser nuestro estilo de vida actual (Mateo 5:7). Entendemos que el comportamiento de los discípulos y ciudadanos del reino es una de las prioridades del Señor y el tema principal de su discipulado. Creemos en la santidad, que no solo incluye evidencias superficiales y externas como el legalismo, sino que se experimenta en los pensamientos y los valores más profundos del ser humano (Filipenses 4:8; Col. 2:20-23; Salmo 1).

Creemos en el modelo bíblico de la Iglesia y en una vida cristiana sana

Creemos que Dios es un Dios que se identifica ante los hombres y reconoce la identidad de cada ser humano, pueblo o nación (Éxodo 3:3-14). Por lo tanto, creemos en la necesidad de buscar, conservar y defender nuestra identidad como Iglesia Bautista En el Nuevo Testamento existe un perfil de la vida cristiana, una definición de la fe verdadera y un modelo de iglesia. Nuestra meta entonces es encontrar y vivir la identidad expresada en el pensamiento de Dios (Efesios 4:12 – 14; 1ª Timoteo 3:15). Estamos de acuerdo en conservar y defender la identidad neotestamentaria de la Iglesia (Isaías 8:20; Efesios 4:14; 1ª Juan 4:1).

Creemos en la independencia y la colaboración de las iglesias locales

El ejemplo de las iglesias del Nuevo Testamento que tenían compromisos:
DOCTRINAL Hechos 15:1-23; 16:4-5 (2) ÉTICO – MORAL Hechos 15:29 (3) ORGANIZACIONAL Hechos 15:36; 16:5; Tito 1:5-9 (4) ECONÓMICO Hechos 16:1-4; Romanos 25:27 (5) MISIONEROS Hechos 13:1-3; Romanos 15:22-2. (6) SOCIAL Hechos 4:32-35
La demanda de la Gran Comisión. La Gran Comisión que nos dejó nuestro Señor Jesucristo como su último mandato, debe ser nuestra primera prioridad, y demanda la coordinación de nuestros trabajos como iglesias para poder realizar en conjunto lo que no podríamos realizar localmente (Mateo 28:18-20; Hechos 1)